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LA HISTORIA DE MI INICIO CON EL GANCHILLO

Todo empezó en el año 2015 cuando mi madre y mi abuela me enviaron desde Pamplona a Tenerife, una caja con varias cosas y entre ellas había un ovillo y un ganchillo.

No tenía ni idea de cómo empezar, ni siquiera sabía cómo colocar bien el ganchillo y aunque hablé con ellas para que me guiasen, la única forma de hacer algo era viendo vídeos de iniciación en YouTube.

Esa fue la manera, tan poco idílica, en la que comencé mis primeros pasos con el ganchillo, pero esta historia no empieza ahí, sino que tiene un antes y un por qué 😀

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En mi casa siempre he estado rodeada de hilos, agujas de punto, ganchillos, máquinas de coser, revistas de costura… por eso no me resultó raro ver el ganchillo y el ovillo en la caja.
Hasta ese día no me puse en serio a practicar. Digo que no me puse en serio porque he tenido muchos intentos de aprender desde que era niña, pero siempre lo dejaba.

He pasado tardes enteras con mi abuela viéndola con la máquina de coser, también he intentado aprender a hacer punto con las agujas grandes y otras veces me he puesto a bordar. Pero ese día que recibí la caja, algo cambió que hizo que despertase en mí un gran interés por aprender esta técnica.

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Quizás os preguntéis si esta vena creativa nació de repente o es algo que llevo dentro.
Siempre me han gustado las manualidades y siempre que he podido, he dedicado mi tiempo libre a aprender y practicar distintas formas de sacar mi lado creativo.

De más mayor, ya cuando empiezas a pensar en qué quieres trabajar, soñaba con dedicarme a un proyecto en el que yo misma fuese la creadora y pudiese vivir de ello. Ese sueño se quedaba en eso, una simple idealización que dejaba pasar porque tenía otros trabajos y oye, ganarse la vida así sonaba a unicornios, hadas y arcoíris. Además, tampoco tenía algo fijo en mente porque iba probando aquí y allá.

Estuve a punto de dedicarme a la organización de fiestas infantiles, practiqué mucho con la repostería creativa, hice punto de cruz, pintura e incluso se me pasó por la cabeza hacer arreglos florales y aprender alfarería.
Todas esas búsquedas frustradas me ocurrían mientras trabajaba como dependienta en distintas tiendas, como administrativa y recepcionista en oficinas e incluso mientras estudiaba la carrera de Magisterio Infantil.

No ha sido un camino fácil hasta llegar a este punto, pero tengo que decir que me encanta porque estoy contentísima de haber dado con algo que realmente me apasiona y que va acorde con un estilo de vida que de verdad me gusta.
Desde ese día que recibí la caja, no he dejado el ganchillo ni un momento y ahora, después de tres años practicando y aprendiendo, escribo este post porque quiero compartir mi experiencia de cómo fueron mis inicios y de qué manera he ido ganando confianza y soltura tejiendo distintos trabajos.

Espero que a muchas os guste la historia de mi comienzo y os unáis contándome cómo está siendo o ha sido la vuestra.
Leer este tipo de experiencias ayuda mucho a empatizar y yo, que he buscado y leído muchísimas de unas cuantas maravillosas emprendedoras, quería ser partícipe de alguna manera y aportar la mía.

Todavía me queda mucho por hacer y aprender, vivo con incertidumbre pero también feliz y con  mucho empeño y muchas ganas de seguir trabajando 🙂

Si tenéis cualquier pregunta, no dudéis en escribirme.

¡Nos vemos pronto!
Patricia

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